26 de octubre:
XXX Domingo del Tiempo Ordinario
Que nos arrodillemos ante Dios cada día, reconociendo humildemente que todo lo que tenemos es un don y pidámosle a Dios que nos guíe en las formas en las que utilizamos y compartimos Sus muchos dones.
“... porque todo el que se engrandece será humillado, pero el que se humilla será engrandecido.”
Lucas 18:14
El orgullo y el ego son la raíz de la mayoría de nuestros pecados. Pensar que su tiempo es demasiado valioso o que su talento es superior al de cualquier otro, o que su dinero le da estatus, es otra manera de poner esas cosas antes que a Dios. El orgullo es lo opuesto a la humildad. Recuerde, todo lo que tenemos y lo que somos es un don de Dios. Deberíamos ser humildes por la increíble generosidad de Dios y ser agradecidos por todo lo que se nos ha dado. Al final, la gratitud nos lleva a la humildad.